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Consenso de mínimos

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No somos de izquierdas ni de derechas…

… somos los de abajo y vamos a por los de arriba.

No somos ni de izquierda ni de derecha. Somos los de abajo y vamos a por los de arriba.

Así reza una de las frases más utilizadas por aquellos a quienes nos llaman indignados. Y, sin duda, estamos indignados. Tras la manifestación del 15-M en Madrid y con las sucesivas acampadas y manifestaciones que se han producido a lo largo y ancho, no solo de este país, sino del mundo entero, es evidente que, independientemente de la ideología de cada uno, los ciudadanos estamos hartos y, por supuesto, indignados con la clase política, o mejor dicho, la clase gobernante.

Sin duda entre los indignados hay gente de izquierdas, igual que hay gente de derechas. La sociedad es demasiado variada y nos empeñamos en poner etiquetas a todo. ¿Queréis etiquietas? Pues pongamos también etiquetas a quienes nos han metido, o no nos han sacado de la crisis que hoy deshaucia a familias que no pueden afrontar sus hipotecas, que obliga a padres y madres en paro a volver a casa de los abuelos y que, de la nada, comienza a atacar derechos fundamentales como la educación y la sanidad, que tanto nos había costado ganar.

La etiqueta que tenemos que ponerles es la de despedido. Su trabajo, señores gobernantes, era servir a quien, según la Constitución Española, tiene la soberanía realmente: el pueblo. Esos, si no han cambiado las cosas en casi 33 años, somos todos nosotros. Pocos de los que conformamos ahora «el pueblo» tuvimos la oportunidad de votar esa Constitución, que ahora necesita unos retoques, pero sin duda esa parte nos gusta. Y precisamente por eso, porque nosotros les contratamos hace poco menos de cuatro años, hoy vamos a despedirles.

Somos simples peones, pero somos muchos

Nuestra clase gobernante ha estado más preocupada de llenarse los bolsillos en tiempos de bonanza económica, que de trabajar para la gente que les votó. Ha estado más ocupada en echarse los trastos a la cabeza y en pelearse que en buscar consenso y soluciones. Por contra, la sociedad, independientemente de su ideología, ha conseguido establecer un consenso de mínimos y decir exactamente lo que quiere. Si los gobernantes están al servicio de los ciudadanos, ¿no deberían escucharles?

Menos mal que nuestra democracia no les permite salir elegidos eternamente. El próximo 20 de noviembre la democracia nos permite elegir. Sí, es un sistema que necesita grandísimas mejoras. La crisis actual lo ha dejado bien patente. Nuestro sistema es obvio que se puede mejorar, y debe mejorar. Pero está claro que los de siempre no lo van a mejorar. Ya han tenido mucho tiempo para intentarlo.

Ahora nos toca mover ficha a nosotros. Puede que solo seamos peones, pero somos muchísimos peones. El próximo 20 de noviembre, no les votes. Vota a otros.